Todavía muy niña, en julio de 1887, sufrió una gran pérdida, moría su madre después de dar a luz. La muerte fue precedida de una despedida en que la buena madre encomendaba sus pequeños a la protección de la Virgen Madre. " No os dejo huérfanos, les dijo, señalando un cuadro de María, ahí tenéis a la que desde hoy cuidará de vosotros y será vuestra madre." Esta vivencia quedó grabada en Mercedes y, desde sus ocho años, no la abandonará jamás.
La muerte de su madre, cambió el rumbo de su vida, pues su padre y su abuelita decidieron internarlas, a Mercedes y Pepita, en el Colegio de Sta. Inés para que las Religiosas atendieran a su educación . Allí permanece Mercedes hasta los catorce años que regresó a Monachil, con un único deseo: "Prepararse para hacerse cargo de su padre y hermanos".
Sin embargo en esos años, en ambiente propicio de contacto con la Eucaristía, se va forjando una vocación: "Ser toda de Dios".
En Monachil vive unos meses con sus abuelos, ya que su padre había contraído nuevas nupcias y no se consideraba necesaria en el hogar familiar. Allí, aconsejada por el parroco, va madurando su vocación y decide hacerse Religiosa Capuchina, en el convento de S. Antón de Granada
La muerte de su madre, cambió el rumbo de su vida, pues su padre y su abuelita decidieron internarlas, a Mercedes y Pepita, en el Colegio de Sta. Inés para que las Religiosas atendieran a su educación . Allí permanece Mercedes hasta los catorce años que regresó a Monachil, con un único deseo: "Prepararse para hacerse cargo de su padre y hermanos".
Sin embargo en esos años, en ambiente propicio de contacto con la Eucaristía, se va forjando una vocación: "Ser toda de Dios".

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